Braulio Fernández
Fernández. (1829-1899)
Nació en Galilea el 26 de marzo de 1829. En 1849, a los veinte años,
alcanzó el título de abogado del Estado. Ese mismo año se traslada a Chile
juntamente con sus primos
Domingo Fernández de la Mata
y Manuel Fernández Cereceda para tomar posesión de
la hijuela "La casa de los jesuitas" de 10.000 Hectáreas, de la herencia
correspondiente por sentencia judicial de
parte de la hacienda de Bucalemu. En dicha propiedad
se casa el 2 de febrero de 1855 con Amalia Vicuña Guerrero. Sin embargo
no permanecería mucho en Chile ya que la carrera política iniciada en España le
hace vender su heredad a su cuñado Claudio Vicuña y retornar a la Península.
En 1861, con 32 años y un considerable capital,
regresa a España y se presenta a diputado a Cortes por la Provincia de
Logroño, compitiendo con políticos de la talla de Sagasta y Emilio Castelar. Se
da la circunstancia que en esos mismos comicios interviene también como
candidato su pariente Ildefonso
Fernández Sancho, hermano del cura Hilario Fernández. En dichas
elecciones, celebradas en abril de 1879, Braulio Fernández obtiene casi el
triple de votos que su inmediato seguidor Práxedes Mateo Sagasta. El
acta levantada el día 27 de abril decía textualmente lo que sigue:
“Los que suscriben,
designados por el señor Juez de Primera Instancia de este Partido, Presidente de
la Junta General de Escrutinio para la elección de un diputado a Cortes, como
secretarios de la misma, certificamos:
Que cumplimentadas todas las prescripciones establecidas
en el capítulo 3º de la ley de 28 de diciembre de 1878 sin que se haya producido
protesta ni reclamación alguna, ha sido proclamado diputado a Cortes por el
Distrito de esta Capital, a causa de haber obtenido mayoría de los votos
emitidos en las respectivas secciones, don Braulio Fernández y Fernández Arnedo;
viéndose en los documentos exhibidos por el Exmo. señor Alcalde de esta ciudad y
comisionados delegados al efecto que la votación verificada en el día 20 del
presente mes, dio el resultado siguiente:
Braulio Fernández
y Fernández Arnedo
|
1.656 |
Exmo señor D. P. Mateo Sagasta |
679 |
Emilio Castelar
|
30 |
Ildefonso
Fernández Sancho |
1 |
Timoteo Zorzano y
Fernández |
1 |
En la sección de Ausejo, votos perdidos |
1 |
Y
siendo el número total de electores del distrito a que da nombre esta capital el
de tres mil trescientos cuatro, resulta que han tomado parte dos mil trescientos
setenta, habiéndose obtenido de tomar parte en la elección novecientos treinta."
En aquella la lejana legislatura 1879-1880 don Braulio Fernández tomó parte,
entre otras, en las comisiones de nombramiento de De Gabriel para Gobernador
Civil de Málaga, en el mensaje de felicitación al rey Alfonso XII por el
atentado frustrado del 30 de diciembre así como en la exposición que hizo de las
quejas vertidas por los comerciantes de Haro y Logroño contra los arbitrios que
cobraba la villa de Irún en las importaciones de mercancías. Finalizada la
legislatura, y abandonado su escaño, fue nombrado caballerizo mayor de Alfonso
XII.
Amistad de los
Fernández Vicuña con la familia Real.
Francisco R. Undurraga en su libro biográfico "Recuerdos de 80 años" da
cuenta de la importancia que tuvo en la vida política de su tiempo Braulio
Fernández al relatar cómo a la tertulia que mantenía en su casa asistían los más
influyentes y notables políticos de España como el propio Práxedes Mateo
Sagasta. Este galileano gozaba de la amistad de la familia real y su hijo mayor,
Juan Ignacio, recibía frecuentemente invitaciones para acudir a los bailes
organizados en palacio. Según el autor del libro, la reina regente María
Cristina, regalaba a Amalia Vicuña joyas de gran valor en compensación a las
atenciones recibidas por parte de la familia Fernández-Vicuña.
El balneario de Escoriaza
Braulio Fernández fue uno de los artífices, de la creación de los Baños de
Escoriaza. En plena dedicación a la política aparece en Escoriaza con
motivo de la visita que realiza a su hermana Rufina casada con Roque Gastañaduy,
Teniente Alcalde de esta localidad vascongada. Conocedor por propia
experiencia de sorprendentes curaciones efectuadas en su familia y amigos con el
uso del manantial de Torrebasco, propiedad del Sr. Gastañaduy surge la idea de
crear el balneario apoyado por el ejemplo existente de otros establecimientos en
localidades vecinas. Braulio Fernández convence a su cuñado, propietario del
caserío donde se encuentra el preciado manantial para construir un
establecimiento balneario. Para ello deben encontrar una ubicación al nuevo
edificio.
En agosto de 1862 el Sr. Gastañaduy compra una heredad limítrofe al
caserío. Al acto de pago ante notario acude
Braulio Fernández en representación de su cuñado, abonando en mano la cantidad
de 2.908 reales de vellón en que fueron tasados los terrenos. Para llevar
a cabo este negocio el político galileano busca apoyo en familiares próximos,
debido a que el desembolso económico de dicha empresa iba a ser muy importante.
Así, el 6 de diciembre de 1865 se constituye la sociedad que va a regir el nuevo
establecimiento balneario de aguas sulfurosas, denominado de Escoriaza. Los
socios de esta sociedad son los siguientes:
Braulio Fernández y Fernández Arnedo con 23 acciones; su padre, Bernardo
Fernández Martínez, 20 acciones; su primo carnal Felipe de la Mata Fernández,
(padre del futuro alcalde de Logroño)
10 acciones; otro de sus primos Andrés Fernández Cereceda, 10 acciones; y por
último su cuñado Roque Gastañaduy 7 acciones. En total 70.000 duros. Mil duros
por acción.
Para llevar a cabo la construcción del edificio Don Braulio encargó el trabajo
al arquitecto Jerónimo de la Gándara. Las obras se iniciaron en 1863,
continuaron al año siguiente y en 1865 se abrió al público, declarando sus aguas
de utilidad pública. El establecimiento se hallaba a una distancia de ocho
minutos de la villa de Escoriaza. Como cualquier otro establecimiento de sus
características constaba de fonda y departamento balneario midiendo todo él un
área de 92 metros de largo por 37,5 de ancho.
José Mª Urkía, en su libro "El balneario de Escoriaza", los describe de esta
manera:
La parte destinada a la fonda, era la más importante del edificio. Constaba de
tres tres cuerpos con planta baja, piso principal y segundo los cuales estaban
unidos por una galería descubierta en forma de terrado que los ponía en
comunicación con el piso principal, rodeada con balconaje de hierro y sostenida
con columnas del mismo metal, teniendo el pavimento cubierto con láminas de
zinc. Esta galería, que adornaba y embellecía la fachada principal, era un
espacioso mirador que permitía admirar el paisaje circundante. En el espacio que
dejaban los tres pabellones había dos jardines a los que se accedía por la
galería cubierta. Le entrada principal consistía en un vestíbulo o pórtico
cubierto, formado por arcadas de piedra sillar, en la que terminaban los caminos
de piedra bien construidos, uno de entrada y otro de salida de carruajes. La
fachada principal estaba precedida de un parque con jardines y dos pequeños
estantes provistos de surtidores. En la planta baja se encontraban varias
habitaciones de uso general: un salón de 51 metros de largo por 6 de ancho y 4,5
de alto, divido en dos por medio de un tabique formado por puerta abatibles
usándose una parte como comedor y otra como salón de baile y reunión con su
correspondiente piano y adornado con muebles alemanes y asientos de rejilla.
Otros salones más reducidos se destinaban a lectura, escritorio, billar, etc
Desde el cuerpo central de la planta baja arrancaba una ancha escalera de
madera, balaustrada de hierro, y dos ramales hasta el piso principal para
continuar, del mismo modo, hasta el segundo. El establecimiento constaba con una
capilla dedicada a la Purísima Concepción. Al oeste del edificio estaba el
extenso parque del establecimiento con sus bosques formados por álamos,
castaños, olmos, acacias y otras clases de arbolados, laberintos de jardines
llenos de arbustos y pinos de muchas variedades, además de monte poblado de
robles y castaños. En una de las alturas había una cascada con un estanque
rodeado de jardín donde existía un torreón mirador. En resumen, un lugar
idílico.
En cuanto al departamento balneario, sigue relatando Jose Mª Urkía en el libro
citado, ocupaban la parte oriental del establecimiento comunicándose con la
fonda por una escalera interior que partía del piso principal además de por una
galería cubierta que resguardaba a los pacientes de la intemperie. En dicha
galería se encontraba el despacho o gabinete de consultas del médico-director.
El caño de la fuente mineral vertía vertía el agua en un recipiente desde donde
salía inmediatamente por un conducto que llevaba todo el caudal a un depósito
cubierto, suficiente para contener quinientos baños. Encima de la rotonda había
un gabinete ochavado para inhalaciones de gas sulfhídrico libre. Encima del
depósito fueros colocadas la bomba y calderas de calefacción. De este recinto
partían dos galerías en las que había dieciséis gabinetes con sus respectivas
pilar de mármol. Tres de ellos tenían dos pilas además de aparatos para duchas o
chorros. Había, además, ducha rectal, perineal, pubiana, sacra, dorsal, ocular,
nasacde vapor sulfuroso solo o mezclado con plantas aromáticas, estufa y
piscina.
Después de dos años de obras desde la adquisición del terreno el balneario se
abrió al público el 1 de junio de 1865. Durante los siguientes años la afluencia
de bañistas fue creciendo situándose en unas trescientas personas por temporada.
Sin embargo el establecimiento levantado por Braulio y su familia pasó por
momentos difíciles. Entre 1872 y 1876, durante la segunda guerra carlista la
afluencia fue nula. Cuando parecía que todo volvía a la normalidad el 5 de
agosto de 1879 fallecía en los baños de Escoriaza la infanta María Pilar Borbón
y Borbón, hermana de Alfonso XII. Esta desgraciada circunstancia fue una de las
razones de la decadencia que empezó a experimentar el balneario. En 1894,
29 años después de su apertura, y cinco años antes de fallecer Braulio, el
balneario se clausura definitivamente.
Contando con setenta
años, muere
en Madrid en
1899.
De su matrimonio con la chilena Amalia Vicuña Guerrero, deja una larga
descendencia de diez hijos, que fueron los siguientes:
1
Felisa Fernández Vicuña, casada con Alberto Fesser y Fesser, con
sucesión.
2 Juan Ignacio Fernández Vicuña. Fallecido soltero.
3 Carlos Fernández Vicuña, casado con Elena Fesser y Fesser. Sin sucesión.
4 María Luisa Fernández Vicuña. Fallecida soltera.
5 Clotilde Fernández Vicuña. Fallecida soltera.
6 Eduardo Fernández Vicuña, casado con Blanca Wilms Brieba. Sin sucesión.
7
Inés Fernández Vicuña, casada con Joaquín Martínez de Velasco y
Fesser. Sin sucesión.
8
José Miguel Fernández Vicuña, casado con Engracia Palacios, con sucesión en
los Fernández Benjumea (unidos a los Condes de Guadalhorce); Topete y Fernández
(vinculados a los marqueses de Serralavega) y Uhagón Fernández (unidos a los
Condes de Zubiria)
9 Ángela Fernández Vicuña, casada con Ramón Topete Arrieta (hijo del Almirante
Topete, quien con Prim y Serrano derrocaron a Isabel II), con descendencia en
los Topete Fernández.
10
Rosa Fernández Vicuña, casada con Enrique Satrústegui y Barrie, Barón de
Satrústegui, con sucesión.
De
entre estos diez hijos quiero resaltar a
Ángela
Fernández Vicuña, su novena hija, casada con Ramón Topete, hijo del Almirante
Topete quien junto a los generales Prim y Serrano, derrocaron a la reina Isabel
II en la revolución de 1868. De este matrimonio nacería María Topete Fernández,
que vino al mundo en el año 1900, (un año después del fallecimiento de su
abuelo), muriendo en septiembre del año 2000. En estos cien años que vivió,
tuvo una vida azarosa y atormentada, siendo protagonista destacada del mundo
carcelario de la época, como responsable que fue, en los años posteriores a la
Guerra Civil, de la prisión de mujeres de Ventas y de la maternal de San Isidro,
ambas en Madrid.
Su
responsabilidad en estos centros a lo largo de 26 años, que abarcan desde 1940
hasta 1966, en que se jubiló, y los acontecimientos y vicisitudes acaecidos a lo
largo de este dilatado periodo de tiempo, están perfectamente reflejados en un
estremecedor libro de la escritora Ana R. Cañil, titulado “Si a los tres años
no he vuelto”.
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