ALUMNO DEL COLEGIO SAN BARTOLOMÉ EL VIEJO DE SALAMANCA
Desde sus
primeros momentos como estudiante estuvo siempre bajo la égida de su tío el
Arzobispo. Tal es así que aunque su segundo apellido era García, como hemos
visto más arriba, en todos los documentos consultados aparece en su lugar el de
Laguardia. También como su tío, fue alumno, desde muy joven, del prestigioso
colegio San Bartolomé el viejo de Salamanca. En el expediente, ya citado, de
limpieza de sangre para su ingreso en la orden de Santiago, fechado en el año
1664, ya hace referencia a que don Juan José de Tejada era colegial del colegió
salmantino.
|
San
Bartolomé de Salamanca |
Para entender
su trayectoria posterior como jurista en el ámbito eclesial es interesante
reflejar aquí lo que Marina Torre Arce escribe en la revista Hispania número 196
sobre la importancia de pertenecer a uno de los más prestigiosos Colegios
Mayores de aquella época, cuando dice:
“La formación universitaria, el ingreso en una Universidad distinguida y
más aún, en uno de los Colegios Mayores de Salamanca, Valladolid o Alcalá se
erigió en uno de los peldaños a escalar por la gran mayoría de los que
pretendiesen seguir una carrera burocrática en la administración española del
Antiguo Régimen.
La Universidad y especialmente,
los Colegios Mayores fueron los focos desde donde se iniciaban los mecanismos de
cierre, selección y presión de aquellos grupos interesados en integrarse en los
puestos principales de la Iglesia y la Corona, siendo la Inquisición uno de
ellos.
Ser colegial suponía compartir una misma comunidad con aquellos que
ocupaban los cargos más codiciados de las altas esferas burocráticas, los de
consejeros. La burocracia del Antiguo Régimen se nutría fundamentalmente de
estos centros y las relaciones de patronazgo entre los que había sido
colegiales y los que lo eran, permitían a unos potenciar su posición y ampliar
sus redes de dependencia a través del apoyo a las carreras de sus compañeros y a
estos establecer, desde sus Colegios, relaciones ventajosas para su futuro y
buscar por este camino el modo de colocarse en los órganos que les interesasen.
La Inquisición fue uno de ellos y los inquisidores sus máximos protagonistas.
Exponía R. Kagan en su obra
dedicada a la Universidad española en la Edad Moderna que,
«..era vox populi que el hijo o sobrino de un funcionario del gobierno
que obtenía una beca en un Colegio tenía su futuro político asegurado..»
El testimonio de Juan Antonio de
Santelizes corrobora este hecho, a nivel de Inquisición, en un memorial remitido
al Inquisidor General en 1709, cuando explicaba las circunstancias y apoyos con
los que se incorporó al Santo Oficio. Decía este inquisidor que,
«...aconsejado del arzobispo, mi señor y mi tío y de colegiales de mi
casa que en aquel tiempo servían algunos de los primeros empleos de la Corte..»
Parece como si el inquisidor
Santelizes se estuviera refiriendo, con esta afirmación, al propio D. Juan José.
Fuera como fuere, lo cierto es que, a lo largo de casi diez años nuestro paisano
permanece en la ciudad castellana de donde volvió con el título de licenciado en
leyes, que tanto habría de servirle en su futura carrera.
|