CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE CALAHORRA.

            

Catedral de Calahorra

 No hay mucha documentación que haga referencia a su paso por la catedral calagurritana. Sí sabemos que el 26 de septiembre de 1677 actúa como canónigo doctoral ejerciendo también como provisor del obispado. Entre los años 1680 y 1784 lo vemos ya como vicario general.

 

            Como provisor interviene en diferentes conflictos surgidos entre la curia de su obispado y en especial en uno que hace referencia a la concesión de medio beneficiado en la Iglesia de la villa de Ocón.

 

            El 15 de junio de 1680 queda vacante un puesto de medio beneficiado en las parroquias de la Villa de Ocón por la muerte Diego Romo su último poseedor.  Se presenta a la plaza Manuel Ruiz, el cuarto beneficiado más antiguo de dichas parroquias.

 

            Días después, don Juan José de Tejada, como provisor del obispado emite un documento en el que concede el cargo de medio beneficiado a dichoManuel Ruiz. El documento que lleva fecha de  15 de junio de 1683, y está fechado en Logroño, dice:

 

         Don José Tejada y Guardia caballero de la Orden de Santiago provisor y vicario general de este obispado de Calahorra y la Calzada. Por la presente mandamos al cabildo de los beneficiados enteros y parroquiales de la vida de Ocón que dentro de un día natural junten su cabildo como lo tienen de costumbre y juntos aprueben medio beneficio vacante en ellas muerto don Diego Romo su último poseedor en el licenciado Martín Ruiz como cuarto beneficiado más antiguo de las iglesias de su jurisdicción.

 

        No obstante algo no se hizo bien por cuanto que, otro candidato, Juan Gil Montiel, reclama su derecho a dicho beneficio, iniciándose un pleito que habría de durar hasta el siguiente año. El 18 de febrero de 1684, el provisor emite un documento, que firma conjuntamente con el obispo Gabriel de Esparza,  en el que dirigiéndose al cabildo y a los beneficiados enteros de las iglesias parroquiales de la vida de Ocón y sus anejas, les dice:

 

        “Bien saben y les es notorio el pleito que en este tribunal ha cundido en razón de la provisión de un cuarto de beneficio que vacó en dichas iglesias por asunción que hizo a medio don Martín Ruiz, su último poseedor, al cual fueron opuestos.

 

       Deja por tanto sin efecto el nombramiento hecho en Martín Ruiz y

Catedral.

 

          “…declarados por legítimos opositores don Pedro Romo y don Juan Gil Montiel. Examinados los examinadores sinodiales de este obispado salió sólo aprobado el licenciado don Juan Gil Montiel a quien se despachó mandamiento y en su virtud fue presentado en el dicho medio beneficio.”

 

             Por la parte de Pedro Romo se apeló de haber admitido al concurso a Juan Gil Montiel que habiéndole reprobado se quejó por vía de fuerza en la Cancillería de Valladolid, que  sentencia diciendo,

 

           “…en donde vistos los autos se declaró que reponiendo y oyendo de nuevo no se haría fuerza y no haciéndolo sí la haríamos.

 

            El alto tribunal de Valladolid le da la razón, y obliga ha incluir a  ambos opositores por lo que se dicta un nuevo auto en el que,

 

         “… mandamos ha dicho cabildo y beneficiados enteros que dentro de un día natural de la notificación de estas vistas junten su cabildo como lo tienen de costumbre y juntos en el vuelvan a hacer nueva provisión de dicho cuarto de beneficio presentándose don Juan Gil Montiel clérigo de evangelio y don Pedro Romo clérigo de menores órdenes.”

 

         Finalmente el puesto de medio beneficio es concedido a Pedro Romo ya que al día siguiente, diecinueve de febrero, el provisor emite un nuevo documento en el que,

 

        “…visto la presentación por el cabildo de los beneficiados enteros de las iglesias de la villa de Ocón y sus anexos del cuatro de beneficio vacante en ellas por ascensión que hizo a medio el licenciado don Martín Ruiz su último poseedor en don Pedro Romo lego de menores órdenes de dichas iglesias dijo que conformándose con él…

 

          Con esta resolución se daba fin a un contencioso que había durado más de medio año, para la consecución de uno de los muchos puestos ocupados por clérigos de grado inferior para gozar de un beneficio eclesiástico, que no era prebenda, y que en aquellos tiempos que corrían era codiciado por muchos presbíteros.