CONSEJERO DE LA SUPREMA Y GENERAL INQUISICIÓN

   

Escudo de la Inquisición

   Tras largos años ejerciendo como Inquisidor del Reino de Aragón, D. Juan José es ascendido por el rey Carlos II a la influyente y poderosa categoría de consejero del Consejo de la Suprema y General Inquisición. La propuesta al Rey es efectuada por el Inquisidor General Baltasar de Mendoza y Sandoval el 12 de Septiembre de 1700. La resolución real de su nombramiento es firmada un día después y la posesión del título de consiliario lleva fecha de 3 de junio del siguiente año de 1701. Esta plaza  había quedado vacante  como consecuencia de la jubilación forzosa de Juan Bautista Arazmendi.

 

 

LA IMPORTANCIA DE PERTENECER AL CONSEJO DE  LA SUPREMA

 

            Pocas instituciones existieron en aquella España decadente y convulsa de comienzos del siglo XVIII que detentaran tanto poder como el Consejo de la Suprema. Su composición que podía oscilar entre seis y diez miembros. Este órgano colegiado llegó a tener más influencia y determinación en la vida política, social y religiosa que el propio Inquisidor. Veamos cuales eran sus atribuciones:   

 

            “El Inquisidor General presidía el Consejo de la Suprema y General Inquisición (generalmente abreviado en «Consejo de la Suprema»), creado en1488, formado por seis miembros que eran nombrados directamente por el rey (el número de miembros de la Suprema varió a lo largo de la historia de la Inquisición, pero nunca fue mayor de diez). Con el tiempo, la autoridad de la Suprema fue creciendo, y debilitándose el poder del Inquisidor General.

 

            La Suprema se reunía todas las mañanas de los días no feriados, y además los martes, jueves y sábados, dos horas por la tarde. En las sesiones matinales se trataban las cuestiones de fe, mientras que por la tarde se reservaban a los casos de sodomía, bigamia, hechicería, etcétera.

 

            Dependientes de la Suprema eran los diferentes tribunales de la Inquisición, que en sus orígenes eran itinerantes, instalándose allí donde fuera necesario para combatir la herejía, pero que más adelante fueron establecidos en sedes fijas. En una primera etapa se establecieron numerosos tribunales, pero a partir de 1495 se manifiesta una tendencia a la concentración.

 

            . El Consejo se encargaba de la coordinación y control de los tribunales de distrito, para así seguir una actuación conjunta en todo el territorio. Los miembros del consejo los nombraba también el rey, y su número nunca pasó de 10.”

 

            La carrera profesional del consejero de la inquisición no finalizaba en la Suprema, ya que posteriormente ascendía, generalmente —salvo los de Castilla—, a una silla episcopal. Para ser consejero se exigían una serie de requisitos: por ejemplo, Aliaga confesor real e Inquisidor General, apreciaba la «experiencia al servicio de la Inquisición», la calidad de letrados y una edad adecuada. A nuestro paisano, el nombramiento le pilló ya algo mayor, y no pudo optar a ninguna silla episcopal, como si lo hizo su tío.