UN EPISODIO POCO CLARO

 

El profesor Luis Miguel Ensiso Recio, de la Universidad Complutense de Madrid en su artículo Tensiones y conflictos inquisitoriales en los inicios del siglo XVIII. El caso Heredia Tejada, detalla la catadura moral de Juan Manuel Heredia Tejada, secretario del tribunal inquisitorial del distrito de Logroño y su posterior ascensión a oficial mayor de la Suprema, posiblemente auspiciada por la intervención de su pariente Juan José de Tejada.

 

El artículo, bastante extenso, queda extractado en los siguientes párrafos.

 

La documentación manejada autoriza a pensar que el secretario de la Inquisición de Logroño,

 

            …” era de natural pendenciero y orgulloso, inconstante, escasamente diligente en su trabajo y poco  escrupuloso.”

 

Desde el punto de vista social, era,

 

«de conocida calidad y emparentado con familias que también la tenían»>’.

 

Archivo de Valdeosera

Juan de Heredia, padre de D. Juan Manuel, era escribano de la casa solar de Valdosera y padre e hijo dueños de los libros de dicho solar. El interrogatorio planteado en junio  de 1702, a instancias del Inquisidor General, para conocer las actividades irregulares de Heredia, revela que, en un momento dado, era alcalde mayor de la villa de Jubera.

 

En su condición de secretario, Heredia y Tejada incidió en actuaciones irregulares y delictivas. La más grave de ellas fue que dio muerte, en un violento lance, a su primo Diego de Uribe, un subdiácono, vecino de la villa de Jubera, en 1701.

 

Pocas dudas caben sobre la culpabilidad de Heredia. Y no fue ésta su única falta. En carta dirigida al Inquisidor General, en 16 de mayo de 1702, los inquisidores Santelices y Ozcariz hacían ver que Heredia era tenido en Logroño y toda su comarca por el

 

«mas cabiloso della y menos legal en sus operaciones».

 

La mala fama del secretario  quedó confirmada pocos días antes de producirse la muerte de Uribe, en cuya fecha se permitió suplantar firmas en documentos oficiales y difundir información secreta del Santo Oficio.

 

La sinuosa, cuando no delictiva, conducta del secretario llevó a que, desde el Tribunal de Logroño, se pidiese al Inquisidor General Mendoza que Heredia fuese trasladado a

 

«…otra Inquisición, a donde con la distancia de su país, fuese menos conozido y desmereziese menos la ocupación y a donde, con menos notizia de las familias, pudiese emplear menos su mala yntenzión y no abenturar lo que se puede tcmer en este partido, de que tiene entero conozimiento en sus familias y fazilidad en ablar de las que no son de menor calidad, moviéndonos también a ser deste parecer el ber que en esta ziudad está casada una hija de D. Diego de Oribe (a quien dió muerte) y su marido tener muchos parientes, a cuya vista sepudiera temer alguna otra desgracia, pues ellos mísmos la están pronosticando, en caso de que llegase el de restituirse a esta ziudad» ».

 

La causa criminal abierta a Heredia pone de relieve la complejidad del proceso, el uso abusivo de las posibilidades que el Derecho ofrecía por parte del inculpado y las relaciones, poco armónicas, del Inquisidor General y la Suprema.

 

La primera sentencia condenatoria,

 

«dada aunque no pronunciada por los Inquisidores de Logrofio D. Juan Antonio de Santelices y D. Joseph de Ozcariz, en discordia y a consulta»,

 

…se pasó al oficial mayor del Consejo de la Suprema, Juan Antonio de Cuenca, el 21 de mayo de 1701. El 28 de junio, se mandó devolver a los Inquisidores para que formasen y pronunciasen sentencia, condenando

 

“…al dicho D. Juan Manuel de Heredia a destierro [en] Logroño, Jubera, Murillo [y] veinte leguas en contorno, por tiempo de ocho años, y que los quatro primeros los cumpliese en uno de los presidios de Pamplona, o [Fuenterrabía], el que el tribunal señalase. Y cumplidos, [que] no bolviese a entrar en dichos lugares sin nueva orden de Su Excelencia y el Consejo.

 

“…Heredia y Tejada apeló a comienzos de septiembre, pidiendo testimonio y la soltura debajo de fianza».

Iglesia de Murillo de Río Leza

 

Se admitió la apelación, se le dio testimonio y se denegó la libertad. Pocos días después, el 6 de septiembre de 1701, el procurador de Heredia solicitó al Consejo «emplazamiento», que se remitiesen «los autos originales» y. de nuevo, la libertad bajo fianza. En apoyo de esta última pretensión se alegaba la mala salud del inculpado y la «larga prisión que había  padecido». El Consejo fijó primero el 27 de septiembre de 1701 la residencia de Heredia en su casa de Murillo y luego, «para más ensanche de su prisión», le permitió desplazarse por la villa de Murillo y sus alrededores. En caso de que no respetara el benévolo régimen penitenciario establecido, sería multado con mil ducados.

 

Además, el 26 de octubre de 1701, el Consejo, ante la solicitud presentada por Juan Manuel de Heredia, dictó un decreto para aceptar su petición, y mandó a los inquisidores Santelices y Ozcariz que diesen

 

«orden al rezeptor y demás secretarios del Secreto para que al dicho D. Juan Manuel se le pagase el salario, ayuda de costa y demás gages y emolumentos desde el día de su presentación por preso en este Tribunal, [suspendidos desde el inicio de la causa contra él], y que se le asistiese en adelante en la misma forma que a los demás y como si actualmente sirbiese su plaza»

 

El 24 de mayo Mendoza informaba a la Inquisición de Logroño sobre las decisiones del Consejo. Enterado de todo el Consejo de Inquisición, y siendo cada uno de los defectos referidos bastante para

 

“…excluir a Heredia del exercicio de Secretario del Tribunal» —explica el secretario

de Mendoza— «el que estrecha más la obligación de Su Excelencia es el de la falta de legalidad y fidelidad». «Y, aunque, para privarle del oficio, tiene el Consejo por necesario que conste judicialmente de él», «siendo Heredia de tan intrépido natural» y «emparentado con familias influyentes, podrían resultar gravissimos inconbenientes de los procedimientos en justicia por medio de visita» ».

 

A tenor de las propuestas del Consejo, el 7 de junio de 1702, Mendoza envió orden al inquisidor más antiguo de Logroño para que

 

“…examínase en forma sobre todo lo referido a los demás inquisidores y secretarios y los ratificasse ad perpetuam”

 

La orden de Mendoza se recibió en Logroño el 17 de junio, y se mandó ejecutar en los términos establecidos. El interrogatorio enviado a inquisidores y secretarios fue contestado por seis de  ellos entre el 17 y el 24 de junio de 1702

 

A todos los declarantes les causaba admiración que Heredia, con fama de «caviloso» y poco «legal», hubiera sido elegido para tan importante cargo inquisitorial. Dos de los interrogados agregaban que,

 

 «siendo Juan de Heredia, padre del dicho don Juan Manuel, escribano de la cassa solar de Valdosera, y éste y su hijo dueños de los libros de dicho solar, eran tantas las falsedades que en ellos se alIaron» [—sobre todo, «poner en la casa y solar de Valdosera por hidalgos a los que, por interés, le apetecía »—] «que obligó a los señores de ella a acudir a la Real Chancillería y pedir se llebasen originales y se rubricassen por el secretario de la Cámara para que, en adelante, no se cometiese lo que asta entonces se venía executando»

 

Para terminar, todos los testigos mostraban temor ante una reacción violenta contra Heredia de Santiago Martínez de la Cámara y de su mujer, Jacinta de Uribe, hija del difunto Diego, y de los familiares de ambos. Uno de los testigos declaraba:

 

 «He oído decir al dicho Santiago Martínez que, si encontraba en alguna parte al dicho D. Juan Manuel, le avía de matar de un trabucazo porque, además de ayer dado muerte alebosa a su suegro, le tenía usurpada la hacienda a su mujer».

 

Distritos inquisitoriales en la época de Juan José de Tejada

Entre tanto, la causa seguía sin resolverse. Avanzado junio, el inculpado solicitó,

 

«..la remoción de la carzeleria a la Corte y sus alrededores por ser su persona necesaria para su defensa y no tener medios para seguirlo por Agente».

 

Se mandó dar traslado al fiscal de su petición,

 

 «…y entregados los autos en el mismo día, los bolbió en 7 de agosto, allegando  y pidiendo que D. Juan Manuel, después de consultar al Inquisidor General, fuese restituido a verdadera prisión y custodia, como lo estaba antes de la apelación, y que, executado, se le bolbiesen los autos para allegar en lo principal». A la vista de la petición del fiscal, mandó el Consejo «que trajese [la solicitud de Heredia] el relator con los autos, presentes los Inquisidores de Castilla»

 

El caso de Juan Manuel de Heredia y Tejada no había encontrado solución definitiva, ni a mediados de 1703 , ni a finales de 1704. El 16 de diciembre de ese año, Santiago Martínez de la Cámara dirigía un escrito al Inquisidor General , en el que solicitaba que le fuera concedido el cargo de contador del Santo Tribunal de Navarra. En la petición se desliza, una vez más, la grave hostilidad que enfrentaba a los deudos de Diego de Uribe con el secretario Heredia.

 

No deja de ser sorprendente que, a pesar de todo esto, Heredia fuese nombrado oficial mayor de la secretaría de la Suprema cuando el cargo quedó vacante por el proceso incoado contra su titular Juan Antonio de Cuenca en el que Juan José de Tejada tuvo un importante intervención.  Cabe sospechar que este nombramiento  se debió al influjo, a todas luces abusivo, de nuestro paisano, teniendo en cuenta, además, que su relación viene de antiguo ya que la certificación de hijosdalgo exigible para su ingreso en la orden de Santiago, es firmada por Juan de Heredia, padre de Juan Manuel, en el año 1664.