EL RETABLO MAYOR

El retablo mayor

                                    Aunque el retablo mayor de nuestra iglesia lleva la impronta del escultor romanista Juan Fernández Vallejo, uno de los más importantes del siglo XVII, no sería, sin embargo, quien se encargara de su construcción.  Aunque trazado muy posiblemente por él, todo parece indicar que sería también él quien se adjudicó el remate para realizarlo.  No obstante, la posterior aparición en escena de dos discípulos suyos, Antonio de Zárraga y Antonio de Berganza, para rebajar sustancialmente la cantidad en que este conjunto fue contratado por Juan Fernández de Vallejo en un primer momento, acabaría enfrentando a todas las partes, hasta el punto de que este último se vería obligado a pleitear ara hacer valer sus derechos sobre dicho retablo.

     La misa naturaleza de este proceso, abocado a una larga duración, sería una razón de peso para llegar a un acuerdo en firme. Así el 15 de marzo de 1596 Juan Fernández de Vallejo, que incluso había apelado a Burgos solicitando que se le diera la razón en este tema decida renunciar definitivamente en Logroño a cualquier reclamación,

             “…por cuanto libremente le pueden acudir con los frutos de la dicha yglesia y con lo questá conzertado a los dichos Antonio de Zárraga, vecino de la villa de Arnedo y a Antonio de Berganza, vecino de la villa de Agusejo, personas en quien es rematada la dicha obra.”

     Tras esta renuncia lo que hay que intuir es una compensación a Juan Fernández de Vallejo por los perjuicios que una actuación tan poco ortodoxa le había ocasionado. Compensación que probablemente habría que traducirla en dinero y, tal vez, en dejarle intervenir en parte del programa escultórico de esta encantadora estructura.

     Por tanto, y tal y como supone el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Deusto, José Ángel Barrio Loza, la autoría del retablo mayor de nuestra iglesia puede atribuírsele al escultor y vecino de Arnedo, Antonio de Zárraga. Hagamos un pequeño esbozo de la biografía de este importante retablista

.EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SAN VICENTE

Expositor

El Retablo Mayor de la iglesia Parroquial de San Vicente de Galilea se resuelve en bancal y tres cuerpos o pisos, distribuidos en tres calles. 

    El banco dispone a los cuatro evangelistas (San Mateo, San Juan, San Lucas y San Marcos) en fondos en donde corre un delicado friso de triglifos,(adorno del friso dórico que tiene forma de rectángulo saliente y está surcado por tres canales) y metopas (espacio que media entre triglifo y triglifo en el friso dórico) de roseta.

    En el primer y segundo cuerpos, que casi pudiera suponérseles uno sólo, van enmarcadas sus calles mediante columnas toscanas de finos entorches o retorcimientos, avanzadas.

      En las cajas de estas calles se narra, en relieve, el martirio del titular, San Vicente, a saber:       

                      - Prendimiento del Santo

                      -  Martirio

                      -  Hallazgo de su cuerpo en el muladar

                      - Lanzamiento del mismo al estercolero

        En la calle mayor, de igual anchura pero mucho más alta que las demás, pues abarca los dos cuerpos anteriores, se venera al titular, en escultura exenta o descubierta. 

             El paso al tercer cuerpo se hace mediante cornisa horizontal sencilla, con pináculos en los extremos, por un frontón roto en volutas o figura en espiral o caracol, en la calle mayor. 

           El tercer piso dispone tres portadas cubiertas por frontones rotos, la central mucho más alta y elevada, sobre la que se apoyan las figuras del Calvario.  La caja central de este tercer piso muestra el descendimiento en relieve, y las laterales las imágenes sueltas de San Pedro y San Pablo. En el ático, imágenes del calvario. Los enmarques son de pilastras o columnas cuadrangulares.

           Es la arquitectura de este retablo muy clásica, sobre todo en los cuerpos bajos, pero con predominio muy claro de la línea vertical.  Esta verticalidad se manifiesta, sobre todo, en la calle principal que rompe las normas del horizontalismo para aglutinar dos pisos y escaparse aún más mediante el frontón.  Acaba por ser exagerado este dominio del centro pues se duplica aún más su efecto en el último cuerpo, de tal manera que las figuras de la Virgen y de San José quedan desproporcionadamente bajas respecto del Cristo. 

La escultura de esta obra es también una buena contribución al bagaje romanista riojano. Por ejemplo, el panel del cuerpo de San Vicente hallado en el estercolero.  Extramuros de la ciudad, y en un ambiente salvaje de rocas y alimañas, está tendido el cuerpo desnudo del Santo.  Bella figura de atleta, labios cerrados, mentón prominente, sombreado por cabellos cortos  rizados.  Sus brazos abandonados, exánimes, revelan la fuerza hercúlea de un héroe vencido lo mismo que la desinflada caja de su tórax y el esquema de sus piernas.

Martirio S. Vicente

 En segundo plano, y con una perspectiva algo imperfecta, dado el enorme escenario del medio ambiente, figuran, asomados a la muralla, algunos curiosos. El gusto por lo anecdótico está bien plasmado por esa flor que nace entre rocas, en el cuervo y en el animal grotesco.

El martirio de San Vicente sobre cruz aspada es también magnífico y revela de nuevo la maestría del artista para la confección del desnudo. Pero donde el escultor da la medida es en el relieve del Descendimiento del ático. Cinco figuras, aparte del Señor, una de ellas femenina, forman la escena. Los ha organizado estupendamente pues a pesar de ser muchos y moverse en un medio estrecho, no se estorban en absoluto. Ha captado además, muy bien, el esfuerzo de los personajes de abajo, uno de ellos de espaldas, con la mitad del cuerpo desnudo, y otro de frente que aguantan el peso del hercúleo cuerpo del Señor, repetición por otra del de San Vicente, en el estercolero. 

Este retablo de Galilea puede hallarse en la órbita de Antón de Zárraga. El Calvario es igual que el de Fuenmayor y Fitero, posee el mismo amaneramiento o falta de naturalidad las figuras de San Juan y de María.  Los medallones del Banco, tan usados por Vallejo, no son exclusiva del taller logroñés; también aparecen en Santa Eulalia de Arnedo.

            Según consta en los archivos parroquiales, Pedro Beltrán Cenzano, Capitán, Regidor, Procurador Gral del Consejo de Ocón y fundador de la Cofradía del Santísimo Sacramento de Galilea con su consuegro Juan de Balmaseda y Andrés de Tejada y Laguardia hermano del Arzobispo, fue quien:

 

        "Ha mandado hacer el busto de San Vicente y la imagen de San Roque, e hizo dotar, a su costa, el retablo del altar mayor.

 

Sagrario

  ANTONIO DE ZÁRRAGA (xxxx-1620) 

    Escultor, en alguna ocasión imaginario y entallador, fue hijo de Fortún Pérez de Zárraga y de María López, vecinos de Forúa (Vizcaya). Se estableció en Arnedo durante el tiempo en que se tienen noticias suyas, desde 1580 hasta su muerte haciendo testamento en ella el 13 de enero de 1620 en el que manda ser enterrado en la iglesia de Santo Tomás de esta villa, en una sepultura, delante de la capilla de San Pedro. Su asentamiento en Arnedo lo confirman sus obras, las heredades que compra y vende allí, y su matrimonio.

     El 4 de febrero de 1580 contrae matrimonio en Arnedo con Isabel de Arnedo. El 21 de febrero de 1586 estaba casado en segundas nupcias con María de Puelles, vecina como él de Arnedo.

     Antonio de Zárraga supone la formación de un foco de escultura romanista en Arnedo que, va a ser la ciudad romanista más importante de la Rioja Baja y de la Rivera de Navarra siendo uno de los mejores escultores del momento y entre los pioneros del romanismo en La Rioja. 

    En Arnedo tuvo su taller. Así el 4 de agosto de 1585 toma como aprendiz a su servicio durante cuatro años, desde el día de San Miguel de 1584 obligándose a enseñarle el oficio de escultor, a mantenerle y a darle por el servicio 200 rs. para vestido y calzado, a Matías de Guitisolo. En 1588 toma como aprendiz a Juan de Orduñaga, de veinte años de edad. Por lo menos hasta el 18 de noviembre de 1592 es criado suyo.  El 18 de enero de 1595 toma a su servicio, como oficial, a Adrián Almandoz, mayor de 14 años y menor de 25, natural de Sangüesa (Navarra), durante seis años.

     La mayor parte de su actividad conocida la desarrolla en La Rioja Baja, en torno al Valle del Cidacos y al Valle de Ocón, llegando hasta Fuenmayor, y en la zona de Navarra, limítrofe a La Rioja, como Fitero. Su actividad conocida es, sobre todo, en retablos e imágenes y se tienen noticias de una obra arquitectónica que traza para la sacristía de la iglesia de Santa Eulalia de Arnedo. 

    Su relación con Martín de Nalda, arquitecto, es estrecha, trabajando en colaboración en algunos retablos que éste tenía a su cargo, haciendo para él, en 1606, la escultura del retablo del Rosario de la iglesia parroquial de Fuenmayor. Parece ser que hacia 1615 hace el retablo mayor de Galilea ya que, como dice José Ángel Barrio Loza, el Calvario es igual al de Fuenmayor y al de Fitero, con el mismo amaneramiento en las figuras. Además los medallones del banco también aparecen en la iglesia de Santa Eulalia, de Arnedo.

Muladar

     El 13 de enero de 1620, cuando hace su testamento, en Arnedo, dice que estaba haciendo en su taller un retablo para la iglesia de Oteruelo, en Tierra de Ocón. Sobre Antonio de Zárraga hace un estudio Barrio Loza y analiza parte de su ora conocida, ya que algunos retablos no se los atribuye, aunque si los considera dentro de su órbita y señala las características romanistas de su estilo, tanto en la arquitectura del retablo, a veces revolucionaria, como en la escultura, considerándolo como uno de los maestros más importantes del momento.

   ESQUEMA  Y REPRESENTACIÓN DE UN RETABLO

     Los Retablos, al igual que los altares, son como ofrendas que el pueblo hace de sus más íntimas creencias y expresión de sus sentimientos religiosos. Los habitantes de las zonas rurales y pueblos de España han sido y son muy apegados a las imágenes. El retablista Camporredondo no entendía la elaboración de un retablo sin la presencia de las imágenes dado que además de la función estética que representaban, producía una emoción intensa al visitante del templo. Por esta razón y antes de entrar a detallar pormenorizadamente el retablo mayor de la Iglesia de Galilea, entiendo conveniente reseñar, sucintamente, las partes más importantes de un retablo así como los oficios que intervienen en la construcción del mismo. 

    El retablo es una obra de pintura o escultura de tema sacro colocado sobre el altar. Frecuentemente consta de varios paneles, uno central, dedicado a la advocación principal y otros complementarios situados a los lados (calles en sentido vertical y pisos en sentido horizontal). Los situados en la parte inferior del retablo, reciben el nombre de predelas. 

    Situándonos frente al retablo y contemplándolo de abajo a arriba, las partes que lo componen son las siguientes:

  1. ZÓCALO.- Franja inferior que crea una superficie uniforme para que todos los basamen­tos estén en el mismo nivel.
  1. FRISO.- Franja que separa el zócalo del banco o predela.
  1. BANCO o PREDELA.- Franja situada en la base del retablo; está compartimentado en re­cuadros sobre los que se apoya el resto del retablo.
  1. CUERPO PRINCIPAL. Está dividido verticalmente en calles separadas entre sí por otras calles más estrechas llamadas calles laterales o entrecalles y horizontalmente en pisos. En los recuadros que se forman van colocadas escenas y figuras talladas, o pinturas  El número de calles, que siempre es impar, varía según la importancia del retablo.
  1. ÁTICO.- Es una prolongación de la calle central.

  

   Separando los pisos y calles se utilizan diversos elementos arquitectónicos tales como columnas o arcos que se adornan con diferentes motivos. A través de ellos se puede adivinar en qué época fue realizado el retablo y a qué estilo pertenece. 

    Los retablos fundamentalmente son de madera y en su ejecución intervenían diferentes artistas: 

  1. ARQUITECTOS y ESCULTORES.- Diseñan y construyen la parte arquitectónica.
  1. ESCULTOR Y PINTOR.- Realizan las esculturas, relieves y cuadros que se colocaran en los diversos compartimentos.
  1. CARPINTEROS.-
  1. ENSAMBLADORES y TALLISTAS.- Ambos oficios podrían fundirse en un mismo maestro, aunque éstos cubrían de tallas el liso campo arquitectónico construido por los ensambladores cuya misión específica era la de construir una perfecta unión entre todos los ángulos y juntas del retablo.
  1. DORADORES.- Encargado de dorar el retablo y pintar las esculturas y relieves. Son el punto culminante de la elaboración de un retablo. Su valor estético, su magnificencia y suntuosidad dependían de la labor de estos hombres que con su ate conseguían ese  efecto deslumbrador y vibrante que la obra demandaba.

    San Vicente

     Todos ellos trabajaban en colaboración formando un taller como el de Juan Fernández Vallejo, ya citado anteriormente.

    Los temas más frecuentes representados en un retablo están sacados de los evangelios como puedan ser la vida de Cristo, la Virgen y los Apóstoles y de escenas de milagros y vidas de los santos, apareciendo también, con frecuencia, las figuras de los evangelistas.  La función principal del retablo es la de enseñar a los fieles que visitan las iglesias, la vida y milagros de las figuras allí representadas por lo que los distintos episodios tienen un orden de colocación perfectamente establecido siendo de izquierda a derecha y de abajo a arriba. Además, hay unas normas fijas para ciertas partes del retablo como que en la calle principal siempre debe de aparecer la Virgen o el santo titular, y en el ático, el calvario.

 En la predela suelen situarse los evangelistas, como ocurre en nuestra iglesia. Dada la dificultad de diferenciar unos evangelistas de otros se convino en diferenciarlos con signos externos que permitiera su identificación y que habrían de hacer referencia a ciertos pasajes de su vida: de esta manera a San Mateo siempre se le ve acompañado por un niño; a San Marcos de un león; a San Lucas de un toro; y a San Juan de una águila

 

BIBLIOGRAFÍA:

Inventario artístico de Logroño y su provincia. Vol II. José Gabriel Moya Valgañón. 1975

Los retablos mayores en La Rioja.    José Manuel Ramírez

Arquitectura religiosa en La Rioja Baja. Calahorra y su entorno. 1500-1650.   Elena Calatayud Fernández. 1991

La escultura romanista en La Rioja.    José Ángel Barrio Loza