Juanita Fernández del Solar. Santa Teresa de los Andes.
(1900-1920)
Teresa de los
Andes obtuvo el título oficial de “venerable” en el
año 1986. Al año siguiente en 1987,
el papa Juan Pablo II procede a beatificarla en el
parque O’Higgins de Santiago de Chile en una de sus
visitas a aquella Nación. El 21 de marzo de 1993 es el propio papa
Juan
Pablo II quien
canoniza a Juanita Fernández del Solar.
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Imagen
de Teresa de los Andes en la iglesia de Galilea |
El domingo 3 de octubre de ese año de 1993 se coloca en la iglesia de
Galilea una talla de la santa donada por el pintor Juan Fernández Donoso,
pariente de la santa, bendecida especialmente por monseñor Piero Biggio en Auco
(Chile) el día 3 de julio, día que en el santoral quedó inscrita la festividad
de Teresa de Los Andes. La talla fue encargada por el citado pariente a los
hermanos Rodríguez, escultores del país andino, y se trata de una estatua de
vestir de un metro y treinta centímetros de altura cuyas vestiduras fueron
confeccionadas por las carmelitas de Puangue (Chile), de la misma orden de la
santa.
La talla llegó a la ermita de Ntra Sra la Virgen de
Gracia el día 3, por la mañana para, posteriormente, ser acompañada en procesión
hasta la iglesia parroquial de San Vicente Mártir por la inmensa mayoría de los
habitantes de Galilea, juntamente con el obispo de la diócesis, Ramón Búa
Otero y el párroco de la localidad, Javier Osés. Una vez llegada la procesión al
templo, engalanado con las banderas de Chile, España y La Rioja, y en donde no
cabía un alma, se dio lectura al mensaje de bendición apostólica que la
Secretaría de Estado de Su Santidad hizo llegar a la Nunciatura Apostólica de
Chile, tras lo cual fue entronizada la imagen en uno de los retablos de la
iglesia parroquial. La Coral Montecarmelo intervino en la celebración religiosa
cantando la popular misa riojana en honor a la santa. En la homilía el
obispo destacó la caridad y alegría que en vida caracterizó a la santa. Al
final de la misa, el padre provincial de los carmelitas dirigió la palabra a los
fieles expresando su emocionada alegría por la acogida que el pueblo de Galilea
había hecho a la santa.
En este acto tan solemne y a la vez tan entrañable
estuvieron presentes varios familiares de la santa llegados desde Chile, así
como los parientes que aún residen en Galilea, además de otros venidos
desde Madrid y desde lugares diferentes de La Rioja. Igualmente hubo
representantes de los padres carmelitas, religiosas carmelitas de La Rioja, así
como representantes del Solar de Valdeosera. Tampoco el cronista oficial de la
Rioja, D. Felipe Abad León quiso perderse este acontecimiento. Al finalizar este
evento, los asistentes acudieron a un ágape ofrecido por el Ayuntamiento de
Galilea.
Reseña biográfica
Juanita Fernández del
Solar fue nieta, como Sergio Fernández Larráin,
(el diplomático chileno tantas veces nombrado,)
de Domingo Fernández de la Mata, y prima carnal de aquél.
La futura santa nació en Santiago de Chile el 13 de julio
de 1900. Juanita fue el número cinco de siete hermanos. Su nombre de pila
completo fue Juana Enriqueta Josefina de
los Sagrados Corazones. Juana como su abuela materna y una
hermana que la precedió que apenas logró permanecer algunas horas con vida por
haber nacido prematuramente; Enriqueta como su abuela paterna; Josefina por la
devoción especial que tenía su madre a San José “guardián de las vírgenes” y de
los Sagrados Corazones por el amor que su madre profesaba al Corazón de Jesús.
A los pocos días de nacer, Juana tuvo una tos convulsiva que la ahogaba. Pensaba
la madre que moriría y gracias a sus oraciones y cuidados sobrevivió. A partir
de ese momento se le empezó a llamar Juanita. La familia respiraba un
ambiente muy cristiano. Poseían una gran fortuna y pertenecían a la aristocracia
chilena. A pesar de las riquezas vivían en la austeridad, sin lujos.
Desde niña tuvo demostraciones de amor repartiendo entre sus hermanos primos y
empleados domésticos el chocolate que le regalaban. Durante cuatro años, antes
de su vocación al carmelo, Juanita padeció diversos males y al padecer
un ataque de apendicitis siente la primera llamada. Se abstrae del mundo y se
entrega a la oración y al recogimiento.
A los 17 años se siente enferma y agotada escribiendo por primera vez a la
priora de los Andes, expresándole sus deseos de ser carmelita.
Tiene dificultades para entregar la dote requerida al convento ya que diversas
vicisitudes habían hecho que los bienes familiares sufrieran un quebranto.
Durante el tiempo que estuvo en el internado como colegiala y al abandonarlo
pide a la priora de los Andes que la admitan en el convento. Tiene dudas sobre
si ser carmelita o religiosa del Sagrado Corazón, durante varias semanas.
Concedido el permiso paternal para ir al Carmelo se prepara para ingresar.
El 7 de mayo de 1919 ingresó en el Monasterio de los Andes, cambiando su nombre
por el de Teresa de Jesús. Cumpliendo la regla carmelitana se ofreció para
realizar las labores más molestas y desagradables. Cinco meses después de
su ingreso tomó el hábito de carmelita descalza, comenzando el noviciado.
La Semana Santa de 1920 le sorprende su maestra con el rostro encendido por la
fiebre y seguidamente empieza a sufrir terribles dolores. Pide confesar y
comulgar y se le administra la extremaunción. Al día siguiente profesó
como religiosa en artículo de muerte teniendo diagnosticado un avanzado tifus.
El día 12 de abril de este año de 1920 fallece. Breve fue su enfermedad que duró
nueve días y breve también su vida que estuvo marcada por su precaria salud y
que duraría escasos veinte años. Sus restos están depositados en la cripta
del nuevo Santuario de Auco, inaugurado en el año 1986.
En el año 1947 se inició el proceso diocesano en orden a su beatificación. Uno
de los milagros aprobados para conceder su beatificación fue el que se produjo
en un incendio en Santiago de Chile. Un joven bombero voluntario cae desde una
alta techumbre recibiendo una fuerte descarga eléctrica. Los médicos lo declaran
clínicamente muerto. Su madre y sus compañeros lo encomiendan a Sor Teresa de
los Andes y a los pocos minutos comienza a tener signos vitales.
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